Con la idea de que el Centro de Coyoacán sea considerado como Patrimonio Histórico de la Humanidad por la UNESCO, se hizo una remodelación que tardó más de 1 año. Los trabajos se realizaron en tres fases y comprendieron en la etapa uno, la sustitución de 943 metros de tubería de agua potable, 620 metros de tubería de agua tratada y dos mil metros de cableado.
En la segunda etapa se realizó el cambio de 11 mil 84 metros cuadrados de carpeta asfáltica por concreto hidráulico estampado y la colocación en las dos plazas de piso con piedra negra recinto y piedra roja pórfido en una superficie de 12 mil metros cuadrados. La tercera fase que inició en febrero de 2009, consistió en la colocación del nuevo mobiliario urbano que incluyó el cambio de 122 postes coloniales, 244 arbotantes, 330 bancas de fierro colado, 160 bolardos y la remodelación del kiosco central. La parroquia de San Juan Bautista Hasta hace cuatro décadas fue de tres naves; actualmente luce una portada espléndida labrada en cantera, abarca solamente la parte del frontis; es sobria tipo herreriano, se limita a columnas, molduras, cornisa y arco sobre la superficie básicamente plana. Su composición es de dos cuerpos, ambos con columnas jónicas estriadas elevadas sobre pedestales, en las que se incluyen dos hornacinas por cada intercolumnio que se complementa con detalles fuertemente moldurados. El marco de la ventana del coro, la hornacina central y su copete de roleos son trabajados en argamasa y rematados por una cruz, que se encuentran acompañados por una serie de pináculos. En el ático se encuentran los escudos; uno de la orden franciscana y el otro dominico, así como los anagramas de jhs (Jesús Hombre Salvador) y ma (Virgen María), al centro la figura de el Agnus Déi (Cordero de Dios) y la leyenda en latín: Non est hic aliud nisi domus dei et porta coeli gez, que se traduce “no está aquí algo distinto, sino la casa de Dios y la puerta del cielo”. Posteriormente en 1804, la torre del campanario fue terminada en otro estilo sobre una sección rectangular, el segundo cuerpo de forma octagonal con una linternilla seguida por una cruz de herrería, sobresalen los detalles del empleo del caveto y las perlas isabelinas. Su interior se encuentra finamente decorado al estilo barroco, sus altares tallados en cedro matizados con hoja de oro. Los muros son ocupados por pinturas que muestran pasajes de la historia de san Francisco de Asís, así como de los franciscanos en el tiempo de la conquista. La falsa bóveda también se encuentra ataviada de la misma forma que el ábside, el cual representa el triunfo de la orden franciscana al defender el misterio de La Inmaculada Concepción de María, pintados por Juan de Fabregat.